Os quiero compartir el texto que ha escrito mi amigo Fernando Romero tras su experiencia con DCA, y que me ha parecido muy inspirador y cargado de esperanza. ¡Gracias Fernando por transmitir tu fuerza al lidiar con las dificultades consecuentes en tu día a día!. Estoy segura de que os va a gustar. Os recomiendo su poemario.
Siendo de formación jurídica, no pretendo yo ser exhaustivo al dar un enfoque psicológico a estas notas, sino que me baso en las conclusiones que he ido extrayendo de mi experiencia personal de DCA, daño cerebral adquirido, y en lo que he ido leyendo por gusto y curiosidad en relación con los conceptos de resiliencia y de empatía.
En 2015, tras un intento de encontrar una explicación lógica a mis despistes y fallos reiterados de memoria, me detectaron un tumor cerebral que me había ido acompañando desde que nací. Pero que no me había impedido estudiar dos carreras, preparar oposiciones a Notarías, participar en un prestigioso Executive MBA e ir desarrollando una vida profesional que, no obstante, a medida que el tumor iba haciéndose mayor, no alcanzaba el nivel que de mi formación en Derecho y Economía cupiera esperar.

Centrándome en los conceptos que sirven de título a esta exposición, resiliencia y empatía, aparte de mi percepción particular de los mismos, en relación con su aplicación a mi proceso de rehabilitación neurológica posterior a que el susodicho tumor me fuera extirpado, me gustaría os quedarais con la idea de que la toma en consideración de la fuerza que tienen estas armas o herramientas de superación, que propongo, tiene beneficios importantes que aplicar a nuestras propias vidas. Tanto en el aspecto personal de cada uno y la realidad de su entorno, como para la mejora de muchos de los aspectos de la propia sociedad en la que hemos nacido, vivimos y pretendemos desarrollar nuestra completa personalidad y nuestro ser.
La resiliencia puede entenderse como la capacidad para salir airosamente de una situación difícil, de las muchas que se nos pueden presentar a lo largo de nuestras vidas, pudiendo referirse tanto a una cuestión de salud, como a una crisis familiar, un mal trago académico o profesional e, incluso, a una complicada situación empresarial.
La mayoría de las veces, el ánimo y el optimismo con los que afrontemos un acontecimiento adverso e inevitable influye, decisivamente, en su final desenlace y su influencia respecto de nuestro círculo de interés, o, al menos, en la minoración de los efectos perniciosos que del mismo pudieran derivarse.
También en el caso del daño cerebral sobrevenido.
Ante una dificultad inesperada y, previsiblemente, perturbadora de una agradable zona de confort en la que, a base de esfuerzo y sacrificio hemos conseguido situarnos, siendo inevitable que la misma ocurra, el ser humano puede optar entre dejarse llevar por la angustia y el desconsuelo, cayendo en un expansible abatimiento, o, por el contrario, afrontar con objetividad la situación, deslindando en la misma lo que no se puede controlar, asumiéndolo e intentando sacar provecho a este nuevo reto, de aquellas otras consecuencias indeseables que, aún, podamos enderezar, aunque mucho nos cueste.
Una vida personal y una trayectoria profesional rotas a causa de la aparición de un daño cerebral con sus secuelas voy intentando enderezarla sacando el mejor partido a mi incapacidad para trabajar y a mi más temprano agotamiento físico y mental.
Conocer mis nuevas limitaciones y también mis nuevos y valiosísimos talentos, así como acoger las nuevas oportunidades con cariño e interés, me han ayudado mucho a reconstruir mi fachada con un perfil muy aceptable y constructivo, que da el pego, como comento medio en broma con mis compañeros de dolencia y personas más cercanas.
La empatía, por su parte, también en un sentido psicológico, podemos definirla como la capacidad de ponernos en el lugar de quien tenemos enfrente, entendiendo sus emociones y sentimientos, a ser posible, como propios.
En tal sentido, vivir con empatía es muy sano porque, poniéndonos en el lugar del otro y haciendo nuestros sus alegrías y dificultades, podemos ir reconduciendo el mundo que nos rodea a una situación mejor, poco a poco, con paciencia y con constancia.
Yo tengo que reconocer que, en más de una ocasión, me he sentido incomprendido en mis secuelas derivadas del daño cerebral, tanto por la sociedad, las administraciones públicas, y algunos de los más cercanos, y me gustaría que eso le pasara, cada vez, a menos personas con daño cerebral. Puede hacer mucho daño y mermar nuestras ganas de sacrificio y superación.
Por último, como aderezo o condimento potenciador de estas herramientas, en base al acontecimiento adverso e intenso que me vino a visitar hace unos años, he descubierto la fuerza que proporciona afrontar las dificultades con Esperanza, que escribo con mayúsculas.
Convencerte de que, en mi caso, durante el proceso de rehabilitación neurológica, a la vuelta de la esquina iba a encontrarme recompensado con una situación mejor que la anterior, una vez que vas tomando las riendas de tu realidad y te esfuerzas y sacrificas por mejorar tu vida, o algún aspecto de ella, anima y da mucha fuerza para seguir luchando, te encuentres con la dificultad que sea.
También, vivir en la Esperanza conlleva su trabajo y esfuerzo, e, incluso, su pequeña comedura de tarro que, en este caso, es muy sana y merece la pena.
Al acabar mi proceso de rehabilitación neurológica en el CEADAC (Centro Estatal de Referencia de Atención al Daño Cerebral Adquirido) escribí y publiqué mi tercer libro de poesía, bajo el título VOLVER A LOS RUEDOS. En el libro he querido reflejar las emociones, sentimientos y vivencias que he ido experimentando desde que fuimos dándonos cuenta en casa de que algo fallaba en mi memoria, hasta que, después de mi operación y rehabilitación, me he ido incorporando a mi nueva vida con generosa soltura, aunque no exenta de dificultades.

Nunca creí que fuera a volver a escribir y, esto, poder transmitir mi experiencia con esperanza y alegría a través de los versos, de una charla a niños de la E.S.O. o de un artículo, es muy satisfactorio y repercute muy positivamente en la felicidad propia, de mi mujer, de mis cuatro hijos y de todas aquellas personas con quienes trato, día a día.
Vivir lo merece.
Fernando Romero Barrero
noviembre de 2021
17 comentarios en «Resiliencia y empatía. armas de superación frente al DCA, por Fernando Romero Barrero, abogado.»
Gracias, Fernando, por tu artículo y enhorabuena por el premio.
Te doy las gracias porque lo que dices en él me ha iluminado el camino a seguir: olvidarme de mi actividad profesional, arquitecta y traductora, supuso un duelo por una vida que dejaba atrás. Ahora, dejaré de ocultarme tras ese seudónimo que reflejaba mi crisis de identidad y si, Mercedes publicará, también mis poesías escritas después del TCA severo.
Voy a leer tus poemas para verme reflejada en ellos, como me ví en el libro de Aurora o en tu escrito.
¡Gracias, Fernando!
Mercedes Sánchez-Marco
Mercedes, ¡mucho ánimo! Yo poco puedo cambiar mi realidad actual, pero sí puedo afrontarla con la mayor alegría posible. Volver a los poemas me está ayudando mucho. Como me decía el otro día la funcionaria de correos de al lado de casa, que me va conociendo de presentarme a muchos certámenes de poesía, el que la sigue, la consigue.
Abrazo.
Disfrutando de la alegría de mi nueva realidad post-DCA quería compartir con vosotros mi alegría que hoy saboreo, como niño que se relame los labios con un frío y cálido helado, cuando me comunican que me han concedido el tercer premio en el VII Certamen de Poesía Universidad Popular de Almansa. Por supuesto, el día de la entrega pienso introducir mi cuña pro-DCA. Algo les he adelantado y se han sorprendido y alegrado.
Como «casi nunca»; al leerlo me he quedado mudo; entiendo bastante la 2° parte sobre todo por las similitudes conmigo); espero que se entienda por empatía y no por querer ser protagonista de las historias ajenas!!!
Felicidades y sobre todo por la claridad al reflejar estos sentimientos.
Hola a tod@s .
Qué fácil es entenderos cuando os leo y qué difícil es hacerme entender por los demás cuando intento explicar algo sobre mi estado emocional. Me da rabia que esto sea así, que haya personas tan poco empáticas con nosotros. el DCA no existe, es invisible como nos decía Aurora en su libro.
Esto lo aprendí el mismo día que la conocí. Por una parte me cabreaba y por otra me daba fuerzas para ir superándome día a día y pensar que si no era tan evidente era porque, afortunadamente, no me había dañado tanto el cerebro. Esto también, provocaba una frustración en mi, yo me sentía otra persona distinta a la que los demás veían. Nunca me rendí y hoy, después de cinco años, sigo «luchando por mi recuperación.
Mucho ánimo para tod@s, nunca tiréis la tolla!!
RESILIENCIA……………….+ RESILIENCIA……….+ RESILIENCIA
Me encanta tu artículo. Siempre he dicho que las personas con DCA nos comprendemos entre nosotros.
Es complicado , a veces, hacernos entender a los demás, por desgracia. En mi caso por lo menos. Así lo aprendí en el CEADAC. Allí aprendí a reirme y llorar con ellos, aprendí que gente como yo me entiende y no soy un bicho raro, sólo diferente. Por eso, en broma les digo de forma una Asociación llamada PORQUE SÉ QUE LO VALGO. Como material: café,bollitos y kilos de kleenex
Gracias por dar visibilidad a nuestros problemas y mostrarles que somos capaz de mucho más de los que muchos creen.
Yo no soy valiente. Nunca lo he sido, aunque muchos me consideran así después de esto. Simplemente me he adaptado. He cambiado los hábitos.
Gracias, de verdad.
Me ha encantado el articulo Fernando. Transmites mucho optimismo y sabiduría. Soy psicologa y utilizare tu experiencia en alguna sesión que ya tengo en mente.
Un abrazo y gracias.
Un aplauso. Una mujer de mi pueblo me dijo: paciencia no, esperanza. Un abrazo muy fuerte
Gran artículo Fernando mi más grande enhorabuena ainwy sé muy bien a qué te refieres yo llevo desde los 13 años, jy tengo 38. Pero como bien dices eso al final, cuando consigues entenderlo tiene sus cosas muy buenas. Y de verdad mi más envidia sana porque en aquellos años no existía nada de toda esa rehabilitación ni terapias, así que te puedes imaginar mi proceso. Un saludo grande
Buenos días, Rocío.
Tienes razón al decir que somos muy frágiles, pero hay que buscar fuerza en nuestro interior. Nadie lo va a hacer por nosotros. Además, los primeros beneficiados somos nosotros.
Abrazo.
Precisamente lo que dices es lo único que echo en falta en lo que dice Fernando: tomar las riendas de nuestra nueva vida y buscar la fuerza en nuestro interior. Practicar la meditación o minfulness a diario me ha resultado esencial en este proceso y, también, para controlar el dolor.
Totalmente de acuerdo con Fernando. Es fundamental vivir en positivo, también con DCA, y encontrarse en esta situación es también una oportunidad, quiero esforzarme como tu, Fernando, en ver todo lo que he ganado.
Un claro ejemplo de que, las grandes personas buscas metas altas que superar.
²Respecto al paso por centros, actuamos como esponjas en ese proceso y sin ser conscientes, Yya que absorbemos y soltamos información en todo ese proceso de «Nuevo Aprendizaje»
Saludos cordiales
Querido Raúl, tienes razón al decir que actuamos como esponjas en nuestro proceso de reajuste y que no somos conscientes de los avances. Yo me esforzaba en recrearme en mis avances con la memoria y la orientación y, viendo que, aún mínimo, encontraba una mejora semanal, eso me daba alas para seguir luchando.
Fuerte abrazo.
Me parece un mensaje de fortaleza, superación admirable.
Cada día es un nuevo reto,y te hace pensar,que somos muy frágiles,pero que debemos dar al máximo de nuestros talentos.
Comprendo la energía que hay que sacar,para no dejarse amilanar,y siempre seguir adelante
Grandísimas palabras y grandísima persona que eres Fernando…un gran ejemplo a seguir..mucho ánimo y que la fuerza no decaiga
Muchas gracias, Beatriz, por los ánimos! Seguimos en lucha diaria saboreando lo os días con ganas y esperanza.